Teniendo como antecedente y contexto la Reforma Educacional de nuestro país, cuyo principal objetivo es avanzar consistentemente hacia una educación cada vez más inclusiva y de calidad para los alumnos y alumnas en todos los establecimientos escolares. Lograrla, lleva consigo un requisito sine qua nom, el cual debe permear todo el sistema educativo, desde quienes administran la educación, como de quienes la gestionan día a día en las unidades educativas y es entenderla como un derecho social, donde, por una parte, se otorguen todas las garantías ciudadanas para su acceso, el fortalecimiento de la educación pública y mayores estándares de calidad integrales cuya finalidad sea la promoción de la inclusión y la participación.
Movilizar nuestros paradigmas hacia una concepción de la comprensión integral del concepto calidad, lleva consigo entender el sentido formativo de la tarea educacional, obliga a generar nuevos espacios de diálogo y participación democrática que propicien tanto el pensamiento crítico como el reflexivo, instancias que se direccionan de manera directa a la formación en y para la convivencia.
Acercándonos hacia la instancia más práctica de esta conceptualización, obliga a modificar tanto las prácticas escolares como de los sentidos que tradicionalmente la construían conceptualmente, de tal forma que no se sienta que solo se cumple con lo que dicta la normativa legal que la rige, sino, que desde la capacidad de valorizar y resignificar a cada uno de los actores de la escuela y liceo como sujetos que construyen día a día la Convivencia Escolar, como de los aprendizajes, haciendo énfasis el sentido formativo del establecimiento.
La reflexión permanente de las comunidades educativas al examinar sus prácticas y el sentido de éstas, permite ir construyendo y reconstruyendo la Convivencia Escolar, la efectividad de los instrumentos utilizados, su mejoramiento y pertinencia, como del rol de los actores involucrados. Es a través de la participación de cada uno de los integrantes de la comunidad educativa, que los establecimientos deben fortalecer la enseñanza y el aprendizaje de una buena convivencia (aprender a convivir), como lo señalara la Ministra de Educación Adriana del Piano: “es fomentar el respeto a la diversidad y de una población más activa, inclusiva y responsable en su ejercicio de la ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia”
Es entonces que bajo este nuevo enfoque de la Convivencia Escolar se destaca el sentido formativo, del cómo se enseña y del cómo debemos aprender a convivir con los demás y del cómo debemos establecer vínculos con las personas. En consecuencia, la convivencia es un aprendizaje y bajo la mirada educativa se convierte en su sentido primordial, que nos permite construir de manera participativa las condiciones apropiadas y pertinentes al contexto, al territorio y a la institución escolar.
Por lo anterior, La Política de Convivencia Escolar 2015-2018 del MINEDUC, tiene como objetivo central. Orientar la definición e implementación de acciones, iniciativas, programas y proyectos que promuevan y fomenten la comprensión y el desarrollo de una Convivencia Escolar participativa, inclusiva y democrática, con enfoque formativo, participativo, de derechos, equidad de género y de gestión institucional y territorial.
Esta Política está dirigida a todos los integrantes de la comunidad educativa, con especial énfasis en quienes participan del día a día de la gestión escolar como pedagógica, estudiantes, docentes, directivos, asistentes de la educación y las familias, porque es a partir de ellos que se construye las interrelaciones como parte del proceso de aprendizaje. De igual forma, a quienes desde otras áreas apoyan el proceso educativo, ya sea a través de la presencia permanente como el sostenedor y/o esporádicas como instituciones externas que acompañan y apoyan al establecimiento.
Identificada la nueva Política en Convivencia Escolar, es importante señalar que ésta, dependiendo del contexto y a la dinámica de cada establecimiento se debe desarrollar en los siguientes procesos: Procesos en Convivencia Escolar planificados, coherentes y sinérgicos, a la Apropiación curricular de la Convivencia Escolar, la Promoción y resguardo de derecho con una mirada inclusiva, la participación activa de todos los actores de la comunidad educativa para fortalecer el clima y la Convivencia Escolar y la Formación de equipos claves de trabajo para la formación y gestión del clima y la Convivencia Escolar.
Desde el enfoque formativo, implica comprender y destacar que se puede aprender y enseñar a convivir con los demás, a través de la propia experiencia de vínculo con las personas. Es un aprendizaje comprendido en el Curriculum y como tal posee una intencionalidad pedagógica que está asociada a los objetivos de aprendizajes que se deben identificar, planificar y evaluar como cualquier otro aprendizaje indicado en el Curriculum nacional. Las interrelaciones entre los estudiantes, los docentes, directivos, asistentes de la educación, apoderados y demás miembros de la comunidad educativa, constituyen una importante oportunidad de aprendizaje para los actores que mantienen dichos vínculos. Para Jurjo Torres (1991), se trata de identificar y caracterizar la Convivencia Escolar como parte fundamental de la pedagogía y la construcción de sujeto que se realiza cotidianamente en la escuela.
Desde el enfoque participativo, se convierte en un proceso de cooperación a través del cual la escuela o liceo y sus actores identifican, deliberan y deciden conjuntamente acerca del quehacer educativo, con metodologías y herramientas que fomenten la creación de espacios de reflexión y de diálogos colectivos, encaminados a la participación activa de acuerdo a sus roles y atribuciones para contribuir a la formación integral de los estudiantes. La dinámica del clima y la Convivencia Escolar se da en la interacción que existe entre todos los miembros de la comunidad educativa, por lo tanto, una Convivencia Escolar respetuosa del otro/a, inclusiva, con objetivos definidos y comunes a todos, con sello identitarios compartidos y propios, que se construyen y reconstruyen entre todos, convierte al clima y la Convivencia Escolar, responsabilidad de todos los miembros de la comunidad educativa.
Desde el enfoque inclusivo, supone cambios y transformaciones profundas en la cultura y gestión escolar, en su quehacer pedagógico e institucional, valora y revalora cada uno/a tal como es, reconociendo a las personas con sus características individuales sin tratar de acercarlas a un modelo de ser, actuar o pensar “standarizado-normalizado”. Se reconoce la diversidad, sin formar para cambiar la identidad-diferencia, permite generar cambios intencionadamente en la estructura del sistema escolar que acoja la diversidad, sin pretender forzar a los alumnos para que se “adapten” a un medio que no les ofrece oportunidades de aprendizaje.
Por Marco Aurelio Campos Obando, Director Regional Superintendencia de Educación, Región de Aysén